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LA VIDA EN COSPLAY

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Linda Sosa (Dalin Cosplay). Personaje: Morrigan Aensland
Videojuego: Darkstalkers. Fotógrafo: Juan Antonio Álvarez (Cato Kusanagi)

Por Valeria Monserrat Pioquinto Morales
México (Aunam). No se trata sólo de unos cuantos metros de tela cortados y cosidos en un orden determinado para crear una pieza de ropa. Tampoco son sólo cabellos de fibra sintética alineados cuidadosamente para conformar una peluca a veces peinada con tal maestría que bien podría lograr desafiar las leyes de la gravedad. Y, por supuesto, no son sólo aquellas piezas de madera tallada y lijada para crear armas salidas de la imaginación. Hay más que vestimentas coloridas, maquillajes impresionantes y pupilentes con diseños diversos. Mucho más.

El cosplay es uno de los hobbies menos conocidos por la sociedad en general, pero que últimamente ha comenzado a tener un gran auge entre los jóvenes fanáticos de la animación japonesa y los comics.

Si bien es una actividad que proviene de Japón, se ha extendido a lo largo y ancho del mundo y es actualmente practicado por jóvenes –y no tan jóvenes- de diferentes nacionalidades, estatus social y edad.

Sin embargo, esta actividad no es siempre bien vista dentro de la comunidad. Aquellos que la practican son tachados de inmaduros, malinchistas o incluso “inadaptados sociales”. Pero detrás de cada vestuario hay historias, sueños y metas. Hay seres humanos.

Del dibujo a la realidad

Carlos Hernández (Shura Masei). Personaje: Arles-Patriarca del Santuario
Anime: Saint Seiya. Fotógrafo: s/d

El cosplay es una actividad que consiste, básicamente, en disfrazarse y caracterizarse como algún personaje proveniente de un manga (comic japonés), anime (animación japonesa), videojuego, película, libro, serie o cómic, ya sea japonés o no. Los trajes pueden ser sencillos o muy elaborados, dependiendo del personaje a interpretar.

Según el artículo What would Godzilla say? publicado en el periódico The Washington Post por Hank Stuever, la palabra cosplay es, realmente, la abreviación del inglés costume play o juego de disfraces.

Algunas versiones sobre el origen del término atribuyen la creación del término a Nobuyuki Takahashi del estudio japonés Studio Hard en el año de 1984 durante la presentación de la Worldcon en la ciudad de Los Ángeles. Otras versiones mencionan que la primera aparición de la palabra fue en un número de la revista My Anime en el año de 1983, según el blog YeinJee’s Asian Journal.

Según Theresa Winge en su publicación Customing the imagination: origin of Anime and manga cosplay, este fenómeno surgió en los años 70 en los Comic Market de Japón, que se celebran en Odaiba (Tokio), donde los visitantes se disfrazaban como sus personajes favoritos. Fue extendiéndose gracias a las revistas como Cosmode, donde se publican las fotografías de cosplayers de todo el mundo, así como pequeños reportajes y noticias relativas a esta actividad. Actualmente existen incluso páginas de internet especializadas en cosplay, como Worldcosplay, CureCos, Cosplay.com y Cosblog.

Las personas que practican este hobbie son comúnmente llamados cosplayers. Aquellos que además se dedican a la hechura y confección de sus trajes son conocidos como cosmakers, y los que elaboran armas, accesorios y artículos para cosplay son los propmakers. Asimismo, existen fotógrafos que se especializan en retratar a los cosplayers. Ellos son conocidos como kamekos (Romanización de kamera y otoko, que literalmente significa hombre cámara en japonés)

Origen y eventos

El origen de esta actividad en nuestro país se remonta a las primeras convenciones de anime y manga que se realizaron. Una de las más importantes es La Mole, evento creado por Ignacio Septién (un arquitecto que vendía trading cards deportivas), donde se reúnen fans de diversas edades. La Mole es una de las convenciones que ha durado más tiempo en la Ciudad de México (desde 1996 a la fecha) A partir de entonces empiezan los primeros concursos de cosplay y en el transcurso de dos años esta actividad comenzó a ser popular en toda la república.

Otra de las convenciones que ha marcado un antes y un después en cuanto a la difusión de esta actividad ha sido TNT, que desde hace casi 10 años es considerada uno de los eventos de comics más importantes del país. Sus antecedentes fueron convenciones anteriores tales como la Conque y la MECyF (Hernández, 2009) y actualmente cuenta con dos variaciones: la TNT especial celebrada en agosto de cada año y que se centra en los dibujantes mexicanos y su trabajo, y la TNT GT que tiene lugar en febrero.

Talento nacional

Nephti Villaseñor (Nekoneph). Personaje: Alice
Videojuego: Alice Madness Returns. Fotógrafo: José Mondragón (Tankita)

Los tres se sientan en una pequeña mesa en la zona de comida rápida de una conocida plaza comercial. Se miran entre ellos y sonríen, quizá nerviosos o quizá ansiosos. No llevan peluca ni pupilentes. No interpretan, en ese momento, otro papel que no sea el de ellos mismos.

Carlos Hernández, Linda Sosa y Nephti Villaseñor son tres de los cosplayers mexicanos más conocidos. Con una experiencia amplia y una gran cantidad de trajes y eventos en los que han participado –en el caso de Nephti ha sido incluso finalista en repetidas ocasiones del World Cosplay Summit Mexico Stage- , se consolidan actualmente como talentosos cosplayers y cosmakers.

Al preguntarles acerca de su comienzo en el cosplay, Nephti es la primera en responder. Recuerda que su primer traje lo hizo simplemente por tener la oportunidad de entrar gratis a una convención de anime, pues en aquella época los cosplayers podían acceder a los eventos sin pagar entrada. “La verdad, mi primer cosplay lo hice por economía. Me encontré unos retazos de tela, los cosí para hacerme un disfraz y entré así al evento; después me lo quité. No buscaba que me tomaran fotos o algo por el estilo”.

Carlos comenzó a hacer cosplay a los veintiún años. Su primer traje, una armadura del anime Saint Seiya (mejor conocido en México como Los caballeros del Zodiaco) estaba hecha con cartón pintado. Sin embargo, la experiencia de representar a uno de sus personajes favoritos le hizo continuar con el hobbie.

“Lo que me gusta del cosplay es poder interpretar un personaje que a mí me guste mucho y, a la vez, me gusta que los demás disfruten de eso. Me gusta aportar al público un cierto grado de alegría al ver a sus personajes preferidos cobrar vida y me alegra ver sus caras cuando se toman una foto conmigo” expresa Carlos sonriendo.

De los tres, Linda es quien menos tiempo lleva dentro del cosplay pero su experiencia ya es bastante amplia, pues ha sido juez en distintos concursos e invitada en las convenciones más importantes del país. Comenzó también por curiosidad al ver a los demás disfrazarse en las convenciones. Recuerda que fue una chica disfrazada del personaje Chun Li quien la inspiró para hacer su primer cosplay, pues le llamó la atención ver su traje. Le tomó una foto y le pidió que le hablara más sobre el cosplay.

Ellos hacen cosplay porque lo disfrutan. Es un hobbie que les ha dejado muchas experiencias –tanto buenas como malas-, conocimientos y sobre todo, amigos. Quizá eso sea lo que más valoran de todo.

Sin embargo, el cosplay también deja satisfacción, pues muchas veces el esfuerzo y el tiempo invertido en un solo traje son inmensos. La culminación de todos los meses de trabajo suelen representar para el cosplayer el momento cumbre, en el cual puede dar cuenta de todo el trabajo realizado.

Es, asimismo, una especie de homenaje o tributo a los personajes predilectos de cada persona. “Cuando yo vi Candy Candy soñaba con tener un vestido como los de ella. Creo que eso también me motivó a hacer cosplay: las ganas de representar a un personaje que te gusta o que admiras”, explica Nephti.

El ojo engaña

A primera vista es una chica como cualquier otra. Va vestida con suéter morado oscuro, playera negra y pantalones con estampado animal. El cabello largo lo lleva suelto, casi hasta la cintura, pero no se ve que le incomode. Sonríe cuando llega al punto de encuentro y se ve brillo en sus ojos. Como en los de tantas otras jóvenes de su edad.

Pero no. Blanca Cruz o B-Shira, sobrenombre con el que es mejor conocida dentro de este hobbie, es una de las cosplayers más reconocidas de México. Sin embargo, se le conoce más por su excelente trabajo como crossplayer, el cual es bastante extenso.

Acorde a un artículo publicado por el blog Animevice, el crossplay es “una variante del cosplay en el cual una persona se disfraza de un personaje del sexo opuesto. Uno de los propósitos del crossplay es permitir al crossplayer hacerse pasar por una persona real del género contrario al hacer una gran imitación del personaje, imitar el aspecto físico y los roles propios del personaje”.

Pero Blanca no comenzó precisamente como crossplayer. Hace algunos años se adentró en este pasatiempo haciendo cosplay de Sakura Haruno, personaje del famoso anime y manga Naruto. Al recordarlo, un suspiro –seguido de una sonrisa- se hace presente.

“Comencé cuando estaba en el CCH. Ahí me juntaba con algunos chicos en un lugar que nosotros conocíamos como la Cueva…aunque realmente de cueva no tenía nada. Solíamos pasar el tiempo juntos y platicar de animes o mangas, y si uno descubría uno nuevo se lo mostraba a los demás para poder comentarlo juntos después.

Un día, un amigo mío al que apodamos Kenky me pidió que me disfrazara de Sakura y que fuera con él y otra amiga suya a una convención... creo que era la TNT. Yo le dije que sí. Ahí fue cuando descubrí lo que era el cosplay”, recuerda. Y vuelve a sonreír.

A partir de entonces ella comenzó a usar su ingenio para encontrar la manera de hacer el vestuario requerido. No sabía nada de costura, así que decidió modificar una falda de danza clásica que tenía en casa para conseguir tal fin: la pintó con colorante textil y la cortó del tamaño que necesitaba. Sin embargo, su mayor problema era su familia. “A mis papás no les gustaba que yo viera anime, así que hice el cosplay a escondidas de ellos”.

Daniel Veranderen (Sorata Longstocking). Personaje: Mikuo Hatsune
Videojuego: VOCALOID. Fotógrafo: Ivan Diesel

El día de la convención, sin embargo, ella no obtuvo el permiso necesario para acudir; ni siquiera tuvo oportunidad de usar su disfraz. Sus padres vieron entonces lo mucho que esto significaba para ella y le prometieron dejarla ir al siguiente evento e incluso su madre le ofreció llevarla con una vecina suya que era modista para que confeccionara el traje.

Así fue como Blanca se adentró en el mundo del cosplay, pero pronto comenzó a mostrar predilección por los personajes masculinos. Le agrada porque puede expresar la otredad en cuanto a género.

Mientras Blanca habla comienza a hacer ademanes, quizá para darse a entender mejor. Se da cuenta de ello de repente y se detiene como si hubiera hecho algo malo. Se incorpora y trata de hallar otra posición más cómoda en el césped. Continúa expresándose.

“El crossplay es, para mí, un reflejo de lo mucho que me gustan los hombres, sin embargo, también es el medio más adecuado que encuentro para expresar mi mensaje: reflejar la feminidad a través de un chico. Trabajo además con la imagen de un chico ideal como el que todas queremos tener”.

Desgraciadamente el crossplay muchas veces es mal visto en la sociedad pues se le considera travestismo o se piensa que todos aquellos cosplayers que optan por esta variación son homosexuales. Algunos de ellos suelen incluso sufrir ataques, acosos y hasta calumnias de diversas índoles.

“No creo que tenga que ver con la identidad sexual porque puedes ser crossplayer y ser heterosexual. El crossplay es una manera de rendir una especie de tributo a un personaje que te gusta mucho sin necesidad de que sea del mismo género que tú.”

Traspasando fronteras

Al ser un hobbie en el que participan tantas personas en el mundo es normal que en cada convención local se organicen concursos de cosplay donde los jueces –normalmente cosplayers con años de experiencia o personas cercanas a esta actividad- califican uno por uno los trajes de los participantes. Se fijan tanto en la confección de las prendas que conforman el cosplay como en el maquillaje, la caracterización, los detalles, las armas, la presentación sobre el escenario y la interpretación del personaje. Es premiado con dinero o con trofeos aquel que logra obtener una alta calificación en estos rubros.

Existen también concursos en los que no sólo se limitan a participar cosplayers locales, sino que también tienen la oportunidad de competir con chicos y chicas de otros países. La página Otakuhouse, por ejemplo, elige cada cierto tiempo al Cosplay Idol de cada continente por medio de votaciones online. Asimismo, hay concursos de cosplay a nivel nacional en nuestro país, como la Copa Cosplay del Pacífico celebrada en la ciudad de Mazatlán, Sinaloa, donde los cosplayers deben presentar un breve performance relativo a sus personajes.

Sin embargo, quizá el concurso más importante de cosplay sea el World Cosplay Summit, celebrado en Nagoya, Japón, cada año y que es organizado por la empresa TV Aichi. En este certamen, quince países representados por una pareja de cosplayers compiten mediante la presentación de pequeños performance de entre 1:30 y 3:00 minutos de duración. La pareja ganadora es coronada como la campeona de este concurso y obtienen premios y reconocimientos por parte de los patrocinadores.

Para poder elegir a la pareja representante de cada país es necesario hacer una eliminatoria previa. En México, estas selecciones se celebran a lo largo del año en eventos dedicados al anime y manga donde se eligen diez parejas finalistas que concursan en la final, que tiene lugar en la TNT GT que se lleva a cabo en el Distrito Federal y donde además se escogen diez parejas más, logrando así un total de veinte. Los ganadores representan al país en el evento magno, en Japón.

Nuestro país ha participado en este concurso por siete años consecutivos. En el 2007 Linaloe Rodríguez Rivera y su hermana Alejandra, pareja representante de México, obtuvieron el tercer lugar a nivel mundial, conocido como el premio Brother.

Gerardo Daniel Veranderen es uno de los jóvenes que ha sentido la emoción de encontrarse dentro de los finalistas en el World Cosplay Summit Mexico. Originario de Monterrey, Nuevo León, Daniel (o Sorata, como es llamado por los cosplayers) ya ha ganado incluso el segundo lugar en las eliminatorias mexicanas. Para él, esta experiencia marcó un antes y un después en su vida.

“Yo realmente no empecé como cosplayer sino como fotógrafo. En alguna ocasión unas amigas mías –de Monterrey- me invitaron a hacer cosplay con ellas y acepté pero fue hasta un año y medio después de eso cuando lo retomé” explica con voz tranquila.

Daniel, al igual que muchos otros cosplayers, comenzó entonces a experimentar con diversos materiales para elaborar sus trajes. No tenía conocimiento de costura o corte pero trataba de preguntar a los demás acerca de la mejor manera de realizar algún patrón, un arma o de peinar una peluca. Nunca se imaginó que este hobbie terminaría por llevarlo a un escenario y a ganar un premio por sus trajes e interpretaciones.

Cuando rememora la manera en la que se interesó por el World Cosplay Summit, su voz toma una tonalidad diferente que va entre la emoción y la nostalgia. Comienza a contar entonces la manera en la que conoció a Mauricío Somenzari a través de internet y cómo fue que este brasileño, campeón del certamen en el 2006 le influyó para participar en el proyecto.

“A Mauricío lo conocí antes de que él participara en el concurso y cuando ganó me dio una alegría tremenda. En ese entonces México todavía no estaba entre los países participantes y cuando al fin entró yo era menor de edad y no podía participar pero seguí muy interesado en él. En el 2010 pasamos a la fase de entrevistas y en 2011, después de once meses de trabajo, mi compañera y yo logramos ganar el segundo lugar con nuestro performance del anime y manga Kuroshitsuji. No lo podía creer.”

Para Daniel este logro no ha sido el único. También ha ganado concursos a nivel regional y nacional y actualmente se prepara para participar en el evento The Royal Cosplay International en Venezuela. Por supuesto, la meta de representar a México en Japón aún sigue vigente. Ya está preparando su cosplay para la eliminatoria del 2014.

“No es una competencia: es un hobbie”

Blanca Cruz (B-Shira). Personaje: Mutsuki Kurama
Manga: Barajou No Kiss. Fotógrafa: Karen Méndez (Haruhik)

No se sabe a ciencia cierta la cantidad de cosplayers que están activos alrededor del mundo y tampoco se lleva una estadística de los que radican en México. El portal de internet Curecos tiene alrededor de 349 mil 164 cosplayers registrados, sin embargo la cifra no es exacta.

El problema es que el cosplay se ha convertido en un medio para obtener fama y reconocimiento de manera fácil y se ha dejado de lado la actividad como mero entretenimiento. Los cosplayers de la “nueva escuela” (los que llevan poco tiempo con este pasatiempo) ya no hacen tanto hincapié en el tributo a un personaje o a un anime, sino que lo hacen para buscar fans y seguidores.

“Actualmente el cosplay se ve como una competencia. La actitud de las nuevas generaciones es mala y creen que esta actividad será la que les de sustento de por vida, pero no es así. Incluso suelen dejar la escuela o su familia de lado sólo para dedicarse a tener trajes nuevos para lucirlos en los eventos”, aclara Nephti.

Daniel y Blanca también reconocen que el ambiente cosplay en la actualidad ha cambiado. “Todo es más fácil de conseguir. Antes uno tenía que ingeniárselas para encontrar una peluca o para hacer tal o cual accesorio. Ahora, con las ventas por internet y redes sociales puedes tener todo de manera casi inmediata. Eso también motiva a los chicos nuevos a hacer cosplay”.

Desgraciadamente los cosplayers son objeto de duras críticas y de rumores por parte de los demás que suelen derivar en pleitos bastante fuertes que logran terminar con amistades. En palabras de Linda, “es feo que la gente te critique cuando tú solo quieres divertirte. A final de cuentas este es sólo un pasatiempo y muchos lo hacemos por entretenimiento”.

Esta actitud egocentrista por parte de algunos cosplayers también se ve reforzada por las redes sociales, pues es muy sencillo hacer una fanpage en Facebook, una cuenta en las páginas especializadas de cosplay o abrir un Twitter para subir fotos y fomentar la mala competitividad.

Y a pesar de esto, ¿existe un futuro para el cosplay en México? Sí lo hay. “Sólo es necesario dejar atrás los protagonismos, no construir ídolos o ensalzar a los demás porque son personas como todos”.

“No sólo de cosplay vive el hombre”

Al final, detrás de cada uno de ellos, de la tela y del maquillaje, hay una vida y una historia que no siempre está retratada en una fotografía. Todos tienen metas, ambiciones, preocupaciones, alegrías y experiencias qué contar.

Nephti y Carlos están casados y viven actualmente en Oaxaca capital. Ella es doctora y él es licenciado en informática. Trabajan en diferentes áreas y comparten amigos en común dentro y fuera del ámbito cosplay. También tienen intereses similares.

Linda es estudiante y también está casada con el kameko Juan Antonio Álvarez, conocido como Cato Kusanagi. Desde su matrimonio se estableció en el Distrito Federal y combina sus estudios con su vida diaria y las visitas a su familia en Puebla, de donde es originaria. Sale con sus amigos y con su esposo en cuanto los deberes se lo permiten y tiene intereses variados.

Blanca ya ha terminado sus estudios de artes visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas y ahora está por embarcarse en la realización de su tesis para poder licenciarse. Además del cosplay le interesa la fotografía y la producción de imágenes. Su gusto por el diseño sigue latente en varios aspectos de su vida.

Daniel también terminó la licenciatura en diseño gráfico y actualmente estudia diseño industrial. Le gusta patinar, salir con sus amigos, está interesado en la docencia y también ha comenzado a bailar en un grupo orientado a la música coreana y sus coreografías. También sigue interesado en la fotografía.

Todos tienen una vida y ocupaciones que atender, amigos con los qué reunirse y gente con la cual establecen relaciones ya sea en el trabajo, la escuela u otros círculos sociales.

“Mis compañeros de trabajo no me ven como bicho raro o algo similar cuando les digo que soy cosplayer” explica Nephti, negando con la cabeza al oír la pregunta. Carlos también imita el gesto y es Linda quien completa la idea. “Mis amigos ya lo ven como algo muy normal y lo respetan. Yo tampoco he tenido problemas con las personas que no son cosplayers, sino que a veces ellos mismos se sorprenden al ver las fotos y suelen decirme que me veo bien o que les gusta tal o cual traje. Se vuelve algo común para ellos”.

Carlos y Blanca, por ejemplo, no suelen hablar de ello pero aseguran tampoco haber tenido algún tipo de problema con las personas que no conocen mucho del hobbie.

“Tengo muchos compañeros de trabajo, del Papalote Museo del niño (lugar donde hice mi servicio social cuando estudiaba la licenciatura) o de la escuela agregados en Facebook y por ende ven mis fotos, pero no me dicen nada malo. Les gusta lo que hago y les parece interesante” dice Blanca respecto al tema.

Para los amigos de Linda, la situación también resulta interesante. “Lo ven como algo normal y aunque no les guste, lo respetan”.

Cinco personas sonríen al terminar la entrevista. Todos dan a su manera su impresión, bromean, agradecen. Hablan acerca de sus nuevos proyectos y de lo que ya han hecho previamente en todo sentido. Suspiran.

Saben que todavía hay camino por recorrer.

Valeria Pioquinto Morales (Lelouch Lowell vi Britannia). Personaje: Saber Nero
Videojuego: Fate/ Zero. Fotógrafo: David Álvarez (Ra’s Al Ghul)




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